domingo, 10 de marzo de 2013

Carta 6 - Historieta 2

" Corría por aquél gran parque, sólo por sentir el aire fresco en el rostro.
Su mente insistió en que llevara pantalones cortos.
Miraba alrededor y se fascinaba en lo azul que podía llegar a ser el cielo.
Los árboles se pasaban el día bailando con el viento.

Su sonrisa se mantenía constante mientras andaba observando sus pasos con las manos en los bolsillos.
El niño se consideraba feliz, para el todo era un regalo y había significado en cada ocurrencia de la vida.
Recordaba todas aquellas veces que al llegar al semáforo se ponía en verde sin tener que pararse.
Las veces que su número favorito aparecía en algún lugar.
Contaba cuántos amigos tenía. Llevaba su camiseta favorita.

Se acercó a un lago no muy ancho con algún que otro pato en su superficie, donde un puente de madera se agarraba a cada extremo de las orillas. 
Quería cruzar aquel puente dando saltos, como a el tanto le gustaba.
Pensó que si se soltara el puente, el lago se ensancharía. Rió.
Sería como el botón de la camisa de un gordo que saltaba por los aires a causa de la presión de la panza.

Alguien salió de debajo del puente.
Sus ropas parecían algo sucias, cigarrillo en boca y con un gorro en la cabeza. ¿No hacía demasiado calor para llevar un gorro?

-¿De que ries tanto chaval?
- Pensaba que si el puente se rompiera el lago se haría mas grande - Se le escapó otra sonrisa.
- Si eso ocurriera no pasaría nada. Harían otro... no se qué te hace sonreír así..
- A mi me ha hecho gracia... no se. ¿Y ha usted que le hace sonreír?- Preguntó con curiosidad.
- Hace tiempo que dejé de sonreír. No existen motivos para hacerlo pequeño...
- Si que hay muchas cosas para sonreír. Yo sonrío con muchas cosas. Me gusta cuando veo mi número favorito en alguna portería, cuando pienso lo guai que es llegar a un semáforo y que justo se ponga en verde... hay muchas cosas especiales.

Dando un suspiro, el hombre dejó de observar el lago y se giró mirando al muchacho con una cierta tristeza ajena. Escupió el cigarrillo.

- Hubo un tiempo en el que yo también sonreía por esas estupideces. 
Sonreía cada vez que escuchaba una canción que me gustaba en algún super-mercado ¡Y cuánto mas si ponían mi favorita!
Creía que era algo increíble cuando encontraba mi marca favorita de horchata en alguna tienda. Y mil cosas habían que, cuando sucedían, las tomaba como "señales" que me alegraban. Pero eso es tan solo una fantasía inútil que solo te ciega de la realidad.
-¿Y cuál es esa realidad?- Preguntó el niño con una cara que aún no asimilaba lo oído.
- Te voy a proponer algo chico. Coge en una hoja, y escribe todas las ocasiones que vivas que consideres especiales como llegar a un semáforo justo cuando se pone en verde -Hico una breve pausa, pero siguió con su propuesta antes de que al niño le diera tiempo a sonreír al pensar lo que guai que eso sería- Y en el otro lado de la hoja, en la derecha o la izquierda, no importa, anota todas aquellas ocasiones en las que pudo ocurrir algo especial, pero que sin embargo no lo fue.
Entonces, verás la realidad.

El chico ni si quiera pudo asentir antes de dar media vuelta, porque no acababa de entender a aquel hombre. Pero la propuesta le pareció divertida y se propuso llevarla a cabo.
Empezó a anotar todo cuánto pasaba. 
A la izquierda de la hoja, las ocasiones que algo que podría haber sido especial no lo fue, y a la derecha, las cosas especiales que le habían pasado.
De hecho, la primera nota fue de aquel mismo día. "Al llegar del parque, mi madre me ha preparado un colacao frío con mucha espuma. Como a mi me gusta".

Pasaron tres días y la hoja se iba llenando.
Al quinto día, tras salir del colegio, se le ocurrió ir al parque a buscar al hombre para pedirle explicaciones. Seguía sin entender esa realidad.
Llegó al puente cansado, había ido corriendo por el camino del parque. Sonriendo, cómo no.

Esta vez el hombre estaba al otro lado del puente, sentado en un banco. El chico cruzó la estructura y se acercó.

-Hola señor ¿Se acuerda quien soy?
-Se quien eres, ¿que haces aquí?- Ni siquiera le miraba. Solo le dedicó una mirada de reojo.
-He hecho la lista que me dijiste, pero aún no entiendo muy bien qué quiere decir así que he venido para que me lo expliques- Entretanto sacó la hoja doblada de su bolsillo y la abrió.
- Dime chaval, de las dos columnas cual es mas larga, ¿La de cosas especiales, o la de cosas no-especiales?
- Pues la de las cosas no-especiales- Contestó extrañado.
-Exacto, esa columna siempre es la mas larga -Se giró alargando su brazo por el respaldo del banco-
La gente y algunos niños como tú creen que vivimos en un mundo guai solo porque, a veces, ocurren cosas especiales. Les parece divertido que la puerta de los trenes se les pare justo delante de ellos. Son unos inconscientes -Suspiró indignado-
¿Y que hay de todas esas veces que algo pudo ser especial y no lo fue?¿Cuantas veces has tenido que esperar a que el semáforo se ponga en verde?¿Cuantas veces has tenido que soportar esas malditas canciones en la radio que tanto odias?
Dinero que podrías haber encontrado en la calle.
Semáforos que se ponen en rojo solo llegar tu.
Móbiles que de haberlos atrapado, no se habrían roto contra el suelo.
Partidos políticos que de no haberlos botado, no estaríamos así.
Las veces que mama pudo hacerte tu comida favorita y te preparó verduras.
La realidad, machote, es que en esta vida no ocurren cosas especiales, si no cosas que pudiendo ser guais, son chustas. Solo ocurren "columnas izquierdas"y de vez en cuando,
una pequeña "derecha" para hacerte creer que existen motivos para sonreír y seguir la corriente.
Una vez hice una lista como la tuya y me di cuenta. 
Seamos justos. Si las veces que pasaba algo especial me ponía contento, ¿Como tenía que estar cuando no ocurriera?
No vale la pena hacer caso a tonterías como las que puedas escribir a la derecha de tu hoja. La verdad es que al final siempre ocurren mas cosas aburridas y puñeteras...

El hombre se fijó extrañado en el muchacho que sonreía.

-¿Que le ves de gracioso a esto?- Le preguntó.
- Mi comida favorita son las verduras."












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