jueves, 14 de marzo de 2013

Carta 8 - Historieta 4

"En medio de la batalla, esquivando las espadas,
el paje de armas trataba de avanzar aunque no tenía claro donde quería llegar.
Si retrocedía hasta donde la batalla no llegaba aún, temía que los altos mandos le ejecutaran
por no haber muerto junto a su caballero.
Pero la muerte también estaba asegurada en líneas enemigas.

Según los "códigos de valor", un acción noble habría sido dejarse caer sobre su espada y morir junto a su señor.
Pero algo se lo impedía. Quizás tuviese algo mejor que hacer.

Arriba y abajo, de Este a Oeste. No te pares.
Tenía la sensación que estaba mas seguro andando. Así ningún soldado le vería parado sintiendo
la tentación de atacarle.
De todos modos, dos cosas le protegían:
1- Pocos osaban atacar a los pajes de armas, por temor a que su señores estuviesen cerca, como sería normal, y pasar por el mal trago de pelear contra un noble diestro en la batalla.
2- Un paje de armas no era muy significante. Era preferible blandir la espada contra algo mas peligroso para la bandera de uno, contra un soldado enemigo.

Como mínimo tenía la seguridad de no ser alcanzado por ninguna saeta.
Ningún comandante ordenaba a sus arqueros disparar al aire cuando la batalla ya había empezado y soldados de ambos bandos estaban entrelazados en el campo.
Al menos, no uno civilizado.

El suelo estaba impregnado de sangre, sangre derramada. Era algo típico que las botas de los soldados acabaran oxidándose a causa de ella.
Por eso, existían unos rangos imaginarios que otorgaban mayor prestigio a un soldado según la altura de oxidación en sus botas.
Incluso algunos novatos, oxidaban adrede sus botas con agua. Pero cualquier soldado medio veterano sabía ver la diferencia... no era el mismo óxido. No era el mismo rojo.

Tras algunas horas vagabundeando por la batalla, llegó a una roca bajo la cual descansaba un soldado enemigo herido.
Entre su escaso equipaje el soldado portaba una cantimplora de piel con agua que había sobrevivido a las espadas.
Ambos se miraron. El paje de armas pensó en matar al soldado herido para conseguir el agua, es lo que habría hecho su señor.
Pero el no era su señor. Recordó que en tenía algunas vendas, una aguja de hierro y algo de hilo de tripa para coser algunas heridas que pudiese sufrir su señor.

-¿Aún conserva agua tu cantimplora?- Preguntó
-¿Depende mi vida de ello?- Respondió el soldado
- Podría ser
- Puede que esté herido paje, mas mi espada sigue ceñida en mi mano. Mis dedos llevan horas sin poder abrirse. Aún podría ensañarme una última vez- Aún herido, el soldado no se rebajo ante lo que parecía una amenaza, y menos de un paje de armas.
- Se que pelearás hasta morir, y no tendrás reparo en matarme si cogiese contra ti una espada perdida en el suelo, mas no soy yo quien te quitara la vida, si no esa herida que tienes en el costado. Tengo algo de hilo para coser a mi señor que podría utilizar. Mi amo no lo necesitará ya.
- ¿Crees que lograrás engañarme? en cuánto te permita acercarte atentaras contra mi vida. Aún un osado paje tendría el valor de meter su puño por mi herida y arrancarme el corazón.
- No ganaría nada, tan solo ensuciarme el brazo con sangre ajena. Y no es mi deseo derramar mas sangre. Tan solo quiero beber un poco de agua, por favor.

La mirada del soldado cambió. Como si algo le hubiese conmovido.
Con movimientos precisos desató su cantimplora y la lanzó al paje.
Bebió, pero no toda. Reservó algo de agua.
Se acercó con cautela al soldado, muy extrañado. Posicionó al soldado con el costado herido hacía arriba, lavó la herida con un poco de agua y suturó como pudo el profundo corte.

- Ya está.
- Gracias.
- Siento preguntarlo pero ¿porque me has dejado beber de tu agua si no era tu intención?¿Y porque tirármela a distancia? podría habérmela bebido toda y marcharme dejándote a tu suerte...

El Paje se sentó junto al soldado, de repente sentía una extraña sensación de seguridad.

- ¿Ves toda esta batalla? Juré que defendería mi pueblo de los enemigos. Juré ser leal, pelear por el honor de mi patria y por la justicia, por lo que es correcto. Creía que mis ejércitos batallaban por el bien. Que nuestros comandantes eran personas sabias y rectas. Mas ahora todos se matan por nada...
- ¿Se matan por nada?
- Se matan por no saber apartar el orgullo. Pelean, porque no supieron pedir la cosas "por favor"."






No hay comentarios: